lunes, 29 de agosto de 2011

EL CHOIQUE Y EL ACCESO A LA VIDA ANIMAL

 

Sergio: Querida conciencia del choique, te invito a abrir el camino a este encuentro entre los animales de la Patagonia y las personas que en ella compartimos hábitat con ellos. Voy a iniciar un curso sobre los animales asombrosos de Patagonia, con la intención de acercar y sensibilizar a las personas con respecto a los animales. Te invito, Choique, como el custodio de los animales, a que me guíes en esta tarea. Para comenzar, ¿qué te parece iniciar esto con tu presentación? Adelante, choique.

choiqueChoique: (Siento que desarrolla una danza, moviendo el cuello, abriendo y cerrando los ojos, contoneando sus alas, zapateando el suelo polvoriento de la estepa patagónica)

He esperado este momento por largo tiempo, tan largo como los días de muchos veranos y de noches de muchos inviernos. Finalmente, has podido captarme, captando tu atención.

Éstos, son tiempos de grandes procesos que se comprimen en escaso tiempo. Se viven situaciones muy intensas, con fuerza y con bravura, pero también con profundo aprendizaje por parte de todos los animales terrestres. Ustedes, los humanos, también lo son. Nadie de nosotros escapa a esta clara determinación de Tierra.

Soy conocido con varios nombres, pero el que has elegido es el que resuena aún entre los silbidos áridos de la meseta y en la costa atlántica infinita. Choik’e es el nombre que me une a la conciencia humana en esta parte de Tierra; Choik’e, choik’e, choik’e. Cloqueo y estoy unido a la vida que anda sobre el suelo. Soy su custodio animal, el portal de acceso a la sabiduría animal de estas tierras áridas, desoladas, y llenas de vida verdadera, fuerte, indómita.

Hay una danza, el loncomeo mapuche (pueblo indígena), que sintetizaron los aonikenk (otro pueblo indígena patagónico). En su fusión de identidades, ambos pueblos me reconocen claramente en todas partes. Me has visto en la piedra, grabada junto a la huella tuya, la huella humana de tu pie. Me has visto en el cielo, en la huella que dejo al correr por el firmamento nocturno (se refiere a la constelación de la Cruz del Sur); me has visto en mi nido (se refiere a las Pléyades), echado (se refiere a las nubes de Magallanes), o en el campo de cacería (se refiere a la Vía Láctea).

Pero más que verme, me has escuchado, querido hermano humano. Me has escuchado en el tambor indígena, que marca el ritmo de mi carrera; también, en el grito de alarma que ayuda a todos los hermanos animales a poner atención ante el peligro.

Como hijo de la vida, como hijo del más puro brío animal, yo anuncio el cambio, el encuentro y la síntesis. Ahora que tú te abres a mí como el custodio de los animales de esta parte de Tierra, te incorporas a mi vibración, en un baile de esencias, un reencuentro de hermanos.

Has escuchado el llamado de tu corazón muchas veces, y muchas veces te has levantado del suelo, suelo al que mordiste por los golpes recibidos. Otra vez, ya levantado, has decidido seguir andando tu senda original, la que te impele tu corazón a transitar. Sabes que no puedes contra ella, no lo puedes silenciar, acallar ni ignorar. Yo vengo a ayudarte a permanecer en él. Si me permites, puedo ser tu guía animal mientras estés presente en esta tierra árida y tan vital (se refiere a la Patagonia oriental)

Tienes el don de la palabra, el don de la atracción solar, el don de la gravedad del corazón verdadero. Es el corazón que camina en la senda que le marca la verdad, la senda donde todos nosotros nos vamos encontrando al caminar, la vamos haciendo más amplia, más concurrida, es donde nos encontramos finalmente todos quienes ahora nos disponemos a ser en la nueva vibración planetaria.

Te recibo y te abrazo en mi danza, danza que mueve la cabeza arriba y abajo, simbolizando el día y la noche, la luz y la sombra. Me conoces bien; no vuelo en el aire, pero vuelo sobre el suelo. Cada zancada mía nos acerca a todos hacia el punto de encuentro con Unab Hu. Los animales somos todos, incluidos los humanos terrestres, una sola alma viviente, con muchas, muchísimas caras y formas, pero nacidos de una única Fuente.

Hermano querido, bienvenido a este portal animal de esta parte de Tierra, el portal animal ante el rellano donde la vida está llegando, cansada de experimentar, y deseosa de descansar, de hacer una profunda inspiración que le permitirá integrar vívidamente la manifestación vital en la que se ha expresado. ¡Bienvenido!

Sergio: Gracias, Choique. Tú eres quien cuida de la nidada. Siento que los huevos que ahora empollas representan algo especial. además,  ¿por qué es tan importante proteger esos huevos para él? ¿Por qué lo haces tú y no las hembras? ¿Qué significa la pata tuya en el cielo? ¿Qué relación tiene esa huella con el Gran Espíritu? Explícame esto porque no es casual que se entronque con el curso que estoy por dictar. Adelante.

Choique: Proteger lo mejor que viene en esos huevos le da sentido a mi vida, relacionada al período de incubación y eclosión. Siento que mis charitos están muy próximos a conseguirlo y he de estar más que alerta a cualquier tipo de intromisión y ataque.

Lo hago yo porque es mi función, simplemente. Es lo que sé hacer muy bien y ha sido un actuar exitoso para la especie, ya que así hemos perdurado a lo largo de cambios terrestres tremendos. Yo no puedo hace lo que ellas, pero sí puedo encargarme del cuidado de su postura y la posterior tarea de orientar a mi prole para que pueda ser exitosa en su vida. Ellos confían plenamente en mí.

cruz del surMi pata en el cielo (Cruz del Sur) es un recordatorio de la dirección por donde hay que ir en el camino (Vía Láctea) hacia la recuperación del ser en su magnificencia y plenitud. El Gran espíritu soy yo mismo. Es así como me manifiesto ante mis hijos. Mi huella es potente y bien visible, en medio de otro montón de constelaciones y estrellas, que más que orientar, desorientan. Quien me percibe en el cielo, me lleva en la conciencia y llega a buen destino.


Con respecto al curso, te diré que he llegado para recordarte -a ti y a quienes quieran recordar- que solo se deja huella en la vida, huella indeleble, como la mía en el cielo, únicamente cuando has aceptado tu genialidad de conciencia, cuando te aceptas y muestras tal como en esencia eres y has recordado ser.

Ahí arriba está mi modelo, mi huella, fuerte y clara para quienes quieran verla y seguirla, pero no para seguirme a mí, que soy un choique, no. Sino para seguirse a sí mismos, a sus propias y únicas manifestaciones de la Vida. Dejas de ser invisible para la vida cuando te haces visible a ti mismo, primero.

domingo, 10 de julio de 2011

FRYDERYK CHOPIN: HAY QUE IR TRAS LOS SUEÑOS, TRAS LOS CÁNTICOS DEL CORAZÓN

 

Sergio: Hola Fryderyk. Te he sentido presente estos días y para mí es un gusto poder darte la palabra.

Eres el máximo representante del Romanticismo, el que ha conseguido conocer al piano como ningún otro compositor de todos los tiempos. Nadie ha podido igualarte aún y eso te distingue.

Pero también lo hace tu sensibilidad extrema, tu manera de ir por la vida, la que finalmente te llevó a la muerte física, legando un tesoro musical que hoy es guía de todo aquel que se precie de tocar el piano.

Fryderyk, cuéntanos tu vida, tu sentir; tu relación con Polonia; tu relación con la escritora George Sand y la manera en que ahora ves tu paso por Tierra, de cara al actual estado de conciencia de la humanidad despierta. Adelante, querido Fryderyk.

Fryderchopinyk: La música, el piano y mis sentimientos profundos, marcaron mi paso por Tierra, allá por el Siglo XIX. Tuve muchas ayudas de seres de la vida de entonces y de seres que no estaban encarnados. Sin embargo, me costó, y mucho, poder congeniar mi mundo interno –riquísimo- y mi mundo exterior, apabullado por mi gran timidez y el hecho de ser un ser altamente sintiente.

Esa híper sensibilidad me ayudó con mi obra, pero destruyó mi vida en Tierra. Ya desde pequeñín me quedaba debajo del piano de mamá, alimentándome de sus notas, de sus bellos pasajes sobre el teclado.

Fui un niño precoz. Fui un niño del todo sensible; tanto, que lloraba abiertamente con la música exquisita de entonces. ¡Cómo me marcó siempre esa sensibilidad! Me volví rápidamente tímido. De cara a mi interior, desarrollé una vida exquisita, pero de cara al exterior, esa exquisitez no supe mostrarla bien, no supe encajarla en la vida de relaciones, con los demás.

De la única manera en que pude compatibilizar ambos mundos fue con mi música. Beethoven y Mozart, en mis comienzos, me dieron la inspiración clásica. Más adelante, lo haría John Field. Fueron mis tutores, ni bien comencé a caminar mi estrecha relación con la música.

¿Amores? En verdad, tuve uno solo y muy intenso. Fue con el piano. Logré conocerlo y comprenderlo como nadie entonces, y como nadie lo ha hecho aún. Lo sé. Pero así como fui un completo genio y establecí una relación de extrema exquisitez con él, no pude hacerlo con la gente que me rodeaba.

Mi primer amor humano fue una mujer a la que nunca pude expresárselo; es más, jamás supo que la amaba tan profundamente. Konstancja (estudiante de canto en el conservatorio), mi bella, Konstancja. De ese amor nacieron muchas de mis obras; era la manera de relacionarme con ella, mediante la música.

Paganini, ese virtuoso, me atrapó con su magnífica manera de ejecutar el violín. Él conseguía extraer de su caja de resonancia unos sonidos, compases y escalas que me dejaron absorto. Claro, me propuse hacer lo propio con el piano y vaya si lo conseguí. Mi estudio n° 1 op. 10, fue mi manera de agradecerle lo que me abrió en mi expresión con el piano.

Sergio: Fryderyk, ¿qué te ha movido tan profundamente en tu relación con el piano? ¿Qué fue lo que en él encontraste que se convirtió en tu único compañero y confidente?

Fryderyk: ¡Ah, mi piano, mi amado piano! Tantas veces lo he odiado como a nada ni a nadie entonces. Mi relación con él fue mi verdadero amor, lo confieso. Me sentí atraído por él desde que recuerdo y puedo decir que lo he comprendido como nadie entonces. Fue mi medio para expresar el sentir tan sensible y profundo que desarrollé en mi interior.

Él, el piano, por medio de mis composiciones, es mi más fiel expresión de quien he sido entonces. Mi tristeza, mi incapacidad de mostrar a los demás mis sentimientos, mi amor por Polska (Polonia) lo he dejado muy claro en mi posición como patriota y como músico. Mis polonesas, mis mazurkas; las obras populares que volqué en el piano, entrelazándolas con mi sentir, realmente muestran ese amor por mi tierra, amor que nunca me abandonó y que sigo sintiendo, más allá del tiempo.

El piano, querido mío, es un instrumento muy particular. Podría asemejarlo a un verdadero galimatías de cuerdas, martillos y clavijas, muy ordenadas, eso sí, que sus blancas y negras notas seducen a todos quienes se le acercan, sepan o no tocarlo.

Cuando me sentaba delante de él. Cuando me disponía a relacionarme con él, me sentía seducido como nada me ha seducido jamás. Él me invitaba a acariciarlo, a tocarlo, a golpearlo por momentos; era sentarme ante él y olvidarme del mundo al que no podía y no conseguía adentrarme, al mundo humano de sociedad. Entonces, ni bien mis manos se acercaban a él, mis dedos comenzaban a picarme, comenzaban a meterse en el alma del instrumento. Ya nada era más importante que correr con él y unir mi sentir con su expresión, aquella expresión que solo pude darle a mi vida a través de él.

Sí, tristeza y melancolía son parte de mis composiciones; pero también la sensibilidad delicada, refinada y suave, con arrebatos de exaltación totalmente sinceros, debo decirlo. Mis composiciones gritan el dolor y la angustia del alma humana incapaz de expresarse con un igual; pero también, expresan un recóndito deseo de paz, de paz.

Ser un hombre sintiente en profundidad, viviendo en un mundo humano indiferente y lleno de fría lógica, termina por minar la vida física hasta finalmente dejarla. Para mí fue más atractivo la ilusión y el idealismo, que esa vida humana sin sentir. Es muy difícil combinar ambas cosas; yo, no supe hacerlo, claramente no.

Mi música debe ejecutarse con precisión, si se la exagera, los matices se ensombrecen; cuando se altera, se deforma mi intención; para que sea viva, mi música tiene que contar con el estado de ánimo propio. De nada vale tener técnica, que es lógica, si no se vuelca en mi música el sentir exquisito que brota del corazón. Por eso, mi música es muy difícil de expresar; no cualquier pianista puede conseguirlo, pues es principalmente sentimiento volcado en notas, sentimiento volcado en el cuerpo, con el alma en los dedos, gustosa y a la vez apática de correr por el teclado; de caminar por él; de dejarse estar en silencios que traen tanta paz…

Sergio: Fryderyk; ¿te animarías a contarnos tu relación con la escritora George Sand?

georgesand_pintura1

Ah; el fogoso Franz (Liszt), mi complemento en la música de piano, pero mi amigo del corazón (se refiere a que así como él es el romántico cadencioso del piano; Liszt, es reconocido como el virtuoso de la expresión fogosa, tremenda del sentir, volcado al piano). Él fue quien nos presento.

Amandine (George era su seudónimo de escritora) era todo menos femenina; vestía como hombre, andaba como uno, se codeaba con la alta sociedad, pero era una escritora excelente. Debo reconocer que ella me causó una impresión muy desagradable. Es más, no sabía si era un hombre o una mujer.

Ella tuvo la misma impresión de mí, ya que poco después supe que ella no sabía si yo era un hombre o una mujer. Pero lo cierto es que con cierta rapidez, terminamos viviendo juntos, ella, yo y sus dos hijos de su matrimonio.

Vivimos varios años unidos; para ella fui alguien importante con relación a sus dos hijos y para atemperar su fogosidad y manera de ser. Debo decir que me sentí contenido y amado a su manera; además, ella fue mi sostén con mi enfermedad muy avanzada. Pasamos en Mallorca un invierno inolvidable. Me siento muy agradecido a la vida por acercármela a la mía y darme así la posibilidad de vivir lo que todo ser humano está llamado a experimentar en la vida de relación.

En su presencia y con su apoyo, logré componer muchos de mis nocturnos, preludios y mazurcas; ella fue una magnífica compañera y creo que en algo yo pude acompañarla a ella y a sus dos hijos, que sin mi presencia, la hubieran abandonado pronto. En Mallorca se confirmó mi mal incurable, la tuberculosis.

Amandine, siendo tan fogosa e indómita, se encontró conmigo, frágil en mi cuerpo, pero firme en mi interior; creo que ella encontró en mí al único hombre que la supo acompañar, que la supo contener y reconducir. Sus celos y modos, tan propios de una artista como ella, la sumieron en muchos sinsabores innecesarios. Por mi parte, debo también decir que sé que no he sido fácil para nada.

Mi vida siguió ya sin ella y nada volvió a ser igual. Viajé a Londres, el mundo de la Revolución Industrial. Allí, la música era mecánica, como las máquinas inglesas a vapor. Qué salvajismo extremo, qué falta de sentimiento y de cuidado por la música… (se queda nostálgico)

Sergio: Fryderyk, para ir cerrando ya tu conversación, me gustaría que nos comentaras tu sentir con respecto a lo que es seguir el impulso del corazón, como tú lo seguiste en tu vida como compositor.

Fryderyk: Bueno, seguir al corazón en un mundo tan sin sentido como es el mundo humano de la Tierra…, requiere de coraje, de valor y de mucha determinación. Se trata de pararse ante el mundo para decirle quién es ese corazón sintiente al que generalmente la sociedad aborrece porque le hace doler.

Sin embargo, si se persiste y se consigue unificar ese palpitar interior que te impele a hacer lo que sientes hacer, entonces te regocijas en tu obra, en tu creación más pura. Seguramente no será bien recibido el modo de hacerlo, pero no menos cierto también es que si no se escucha y sigue el dictado del corazón, ¿qué sentido puede tener la vida tan miserable, lúgubre y chata que ofrece la sociedad del momento?

Hay que ir tras los sueños, tras los cánticos del corazón; él sabe, mejor que nadie, qué es lo que estamos llamados a caminar en la vida en Tierra. Vida, que se nos presenta con tantos momentos duros y otros pocos hermosos, pero que nos dan la impronta de nuestra existencia, la que nos hace quiénes somos y cómo deseamos vivirla.

Yo me refugié en la música para expresar mi sentir tan profundo e incomprendido, pero cierto es también que si uno no logra expresarlo, se queda en el interior, corroyéndolo hasta la muerte.

Exprésense en su genuino sentir, dejen que se manifieste como el corazón llama que lo hagan, quién mejor que él para hacerlo; quién mejor. Como seguramente diría Amandine: “la inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón”.

Yo, Sergio, me he sentido muy revuelto emocionalmente mientras recibía a Chopin.

Sergio: Fryderyk, ¿por qué has venido a mí? ¿Por qué me has elegido a mí para expresarte? ¿En qué punto sientes que tú y yo somos afines en la dificultad de expresar ese sentir en el mundo que nos rodea? Tú lograste expresar tu sentir mediante el piano; ¿qué consejo me das a mí para poder expresar mi sentir?, porque sé que no es casual que hayas llegado ahora a mi vida. ¿Por qué sientes que me revuelves tanto? ¿Qué nota estás tocando con tu piano dentro de mí?

Fryderyk: A las dos primeras preguntas te responderé que ha sido simplemente el rastro energético tuyo el que me guió hacia ti. Para poder expresarme como siento, he de hacerlo por medio de un ser también sintiente, y tú lo eres.

El punto aquél en el que nos tocamos, es el que nos dificulta en la expresión con los demás, es el que te ha llevado a vivir la vida con una riqueza pocas veces vista en la Tierra. Esa riqueza es muy amplia, como amplia es la estrella que te sostiene, y el Amor que te conduce. Mar es tu contención, como la mía ha sido la música y Amandine.

Yo, encontré en el piano mi medio de expresión, el que me dejó paz, al menos. Tú, lo tienes en tu arte de escribir, de cantar, de conducirte en la Naturaleza. Síguelos, porque es en ellos que podrás alcanzar paz.

Tus dos últimas preguntas son un tanto complejas de responder. No es una nota la que toco dentro de ti, ¡es un concierto! Te revuelvo porque tú, como yo en mi tiempo, no sabes de qué modo ubicarte en el concierto de la vida humana. Has intentado muchísimos modos; todos fracasaron para contigo, aunque no para con los demás.

La paz contigo es aquella que logras alcanzar cuando finalmente abandonas la búsqueda de modos de expresión que los demás puedan comprender. En mi caso, la música fue como yo conseguí hacerme oír en mi interior y de allí a mi exterior, aunque nadie pudiera realmente sintonizar conmigo, nunca. En el tuyo, has de buscar tu propia nota y modo de expresión para contigo mismo, primero, para luego verterlo en el exterior de aquel modo más próximo a tu sentir genuino y que los demás, aunque no te logren comprender, al menos, te verán exponiéndote en quien eres, en el modo que decides hacerlo.

Mar: Querido Chopin, cuánta razón del corazón tienen tus sabias palabras para Sergio, un ser tan cercano a ti, tan afín con tu exquisita sensibilidad. Gracias por tu aporte a la Grandeza de la Conciencia Humana, gracias.

 

UNA HERMOSA MUESTRA DE LA MÚSICA DE CHOPIN

Valentina Igoshina, Chopin, Fantasie Impromptu do menor, op. 66

http://www.youtube.com/watch?v=qa0Z6g1XJkU&playnext=1&list=PLF00755237C935A74

 

viernes, 8 de julio de 2011

MARTÍN LUTERO KING (MARTIN LUTHER KING)

Sergio: Hola, Martin. Es un gusto para mí recibirte en este día. Un puñado de seres crísticos estamos recibiendo a personalidades de la vida humana que ya no están físicamente con nosotros, pero sí en nuestros corazones.

Tú, con tu activismo por los derechos humanos de los afroamericanos, has sido un puntal, junto a una deliciosa dama, la señora Rosa Parks. Ambos dieron una lección al mundo, muy próxima en el tiempo, a la que dio el indio Gandhi.

Cuéntanos, querido Martin, cómo fue tu vida desde el punto de vista del sentir, del corazón, aquel que te movió tan profundamente a generar cambios de conciencia en un pueblo dominado por el racismo, la segregación de color y religiosa. Adelante.

Luther KingMartin: Es para mí una oportunidad deliciosa la que me ofreces. Como sabes, mientras estuve encarnado en Tierra, fui un orador muy bueno y movilicé a todo el sur de una nación, entonces la más poderosa, para detener la segregación racial, cultural y religiosa.

Eran tiempos muy convulsos. La II Guerra acababa, con sus profundas consecuencias; en India, Gandhi daba un ejemplo de no violencia; mi país se enfrascaba en otra guerra fratricida: la de Vietnam. Pero también, de puertas adentro de mi país, las consecuencias de la guerra mundial dejaban entrever que las cosas no serían fáciles para la porción afroamericana de los estados Unidos. Ten en cuenta que proveníamos del pueblo esclavo que fue llevado a las plantaciones del sur, y hasta mis tiempos –mediados del Siglo XX- no se nos consideraba realmente libres.

A muchos podrá perecerles mentira, pero por entonces, un afroamericano no podía ir a una escuela con blancos, ni ir al cine, o a una fuente de soda donde hubiera blancos; tampoco viajar en un autobús con ellos. Los trabajos eran pagados con miseria y nuestra vida no valía absolutamente nada.

Eran tiempos del Ku Klux Klan (KKK), una organización que promovía la supremacía de la raza blanca, la xenofobia y el racismo. Con frecuencia, sus miembros utilizaban el terrorismo, la violencia y actos intimidatorios, como la quema de cruces, para oprimir a sus víctimas.

En ese caldo de cultivo, mi corazón me llevó a hacer todo lo que hice, todo lo que dije, todo lo que finalmente movilicé para que se estableciera la declaración de los derechos civiles en Estados Unidos. ¿Sabes cómo comenzó todo? Con un acto heroico, valiente y profundamente inspirador de una dama exquisita a la que llevo en mi corazón, la señora Rosa McCailey Parks.

Ella, cuando los afroamericanos debíamos viajar en la parte trasera de los autobuses, se negó a cederle su asiento a un hombre blanco. El conductor detuvo la unidad y la quiso obligar; ella se negó. Por ese acto, fue multada y encarcelada. Al salir, en conjunto, iniciamos un activismo muy intenso con el boicot pacífico a la empresa de transporte de Montgomery. Ese boicot duró poco más de un año; finalmente, la Justicia falló a favor del movimiento pacifista y declaró la finalización de la segregación en el transporte público. Era nuestro primer gran logro, con repercusión global.

Recuerdo tan bien aquel día en que nos abrazamos y lloramos por nuestra primera gran victoria, la que nuestros corazones nos impulsaban a ganar pacíficamente. Tras ese hito, y en lo sucesivo, me encarcelarían muchas veces, recibiría golpes y amenazas terribles, entre otros, de KKK. Finalmente acabaría mis días en Memphis, ejecutado por un hermano blanco.

Pero quiero reconocer al motor de mi corazón. Tuve la oportunidad de viajar a India, viaje que trasformó mi vida. Allí pude respirar y sentir el satyagraha, y desarrollar más claramente mi comprensión del principio de persuasión no violenta de Gandhi. A mi regreso a casa, determiné utilizar ese modo pacifista, como principal instrumento de protesta social.

Sergio: Pero, Martin; tu movimiento pacífico por los derechos también tuvo fuertes contras del propio pueblo afroamericano, particularmente de la facción musulmana. ¿Cómo resolviste ese asunto?

Martin: Debo decirte que era un hombre apasionado con mi sentir y con mis ideales de libertad. Viví toda mi infancia y adolescencia con el miedo y el desprecio al blanco. Todo mi pueblo lo vivía así. Cuando crecí, y ya en mi función de ministro baptista, entré en contacto con la verdadera situación. Nosotros mismos estábamos divididos por nuestras creencias, las cristianas –legadas por la nación americana- y las musulmanas –oriundas de África. A eso había que agregarle el temor a perder el precario empleo, a que se aprovecharan los blancos con su poderío sobre los afroamericanos.

A lo que quiero llegar es a que me entristecí muchísimo muchas veces; me entristecían esas divisiones internas hacia nosotros mismos como descendientes de color, y entre nosotros mismos como integrantes de una nación multirracial. Las minorías, en cualquier parte, siempre han sido objeto de rechazo, de mofa y de segregación de algún tipo.

Sin embargo, me levantaba más animado en mi corazón cuando los ojos de un niño de color me miraban en brazos de su madre o de la mano de un hermano mayor. Los abuelos con su ensortijado pelo blanco, con los ojos cansados del dolor vivido toda una vida. Todo eso me movilizó. Me movilizó a seguir hasta conseguir la declaración de derechos civiles, nuestra mayor conquista como nación, luego de la declaración de la Independencia y de la abolición de la esclavitud.

Poco antes de morir, recuerdo que la marcha de los pobres a Washington, que encabecé con todo mi corazón, me ayudó a madurar en mí aquellas palabras que fueron inspiradas por lo divino, me refiero a “I have a drem” –tengo un sueño- que aún hoy me emocionan profundamente. Fueron el canto de mi henchido corazón, que sintió la verdad de cada una de mis palabras y mi sentir de que eso es posible de conseguir.

Yo invito a cada lector de esta charla a que sueñe conmigo un sueño similar al mío, un sueño que sé compartido en cada corazón humano, incluso hasta el más cerrado. Es el sueño de una nación planetaria única, una nación estelar. Una nación que se presenta en un solo bloque, el que moviliza el corazón, el que le da sentido a la vida que se vive, y que nos permite, a todas y a todos, expresarnos genuinamente, enriqueciéndonos individual y grupalmente. He aquí mi sueño de entonces, que es el mismo, que siento y percibo en la humanidad actual. No lo dejen morir y hagan todo lo que esté de su parte para que se haga realidad. Recuerden que en la paz está la esperanza y la esperanza está en la paz.

TENGO UN SUEÑO

de Martin Luther King


Tengo un sueño,
un solo sueño,
seguir soñando.

Soñar con la libertad
soñar con la justicia
soñar con la igualdad
y ojalá ya no tuviera
necesidad de soñarlas.


Soñar a mis hijos
grandes sanos felices
volando con sus alas
sin olvidar nunca el nido.


Soñar con el amor
con amar y ser amado
dando todo sin medirlo
recibiendo todo sin pedirlo.

Soñar con la paz
en el mundo
en mi país
en mi mismo,
y quién sabe
cuál es más difícil
de alcanzar.


Soñar que mis cabellos
que ralean y se blanquean
no impiden que mi mente
y mi corazón
sigan jóvenes
y se animen
a la aventura,
sigan niños
y conserven la capacidad
de jugar.


Soñar
que tendré la fuerza,
la voluntad
y el coraje
para ayudar
a concretar mis sueños
en lugar de pedir por milagros
que no merecería.


Soñar
que cuando llegue al final
podré decir
que viví soñando
y que mi vida
fue un sueño soñado
en una larga
y plácida noche
de la eternidad.


Sergio: Martin, ni bien te sentía decir las últimas frases, sentí tu apasionamiento y la profundidad de tu convicción, de tu saber que eso es así de posible. No pude contenerme y lloro de alegría porque he sentido lo mismo que tú, muchas veces. Ahora, gracias a ti, vuelvo a sentirlo y me renuevo en mi propia esperanza y en mi propia capacidad de conseguirlo. ¡Gracias, Hermano!

ELFY, LA CLOROFILA DEL CORAZÓN

Sergio: Quiero compartir con ustedes esta conversación con Elfy, el ser estelar que está asociado a la clorofila de las plantas. Así que, Elfy, soy todo oídos.

clorofilaElfy: Ah, Sergio, qué bella ocasión para pillar al bribón. Con este suave cantar, que engorda mi corazón, quiero con voz fuerte gritar, ¡que el verde sea mi canción! Canción que atrapa el matiz de un color sin igual, un color con emoción.

Querido mío, el bribón al que me refiero en mis versos, y que te llamó la atención, es la ausencia de esperanza, la ausencia de corazón, es esa emoción soterrada y engañosa que suavemente y de a poquito te va quitando la alegría hasta hacerte ver el mundo como algo que no tiene vuelta a tras; al menos, por mucho tiempo.

A todas y todos les digo, ¡no es así! No es así que las cosas has de verlas, pues es así que consigues al bribón abrir la puerta del corazón. Puerta que luego cerrar cuesta un montón, pues ya la duda y desesperanza comienzan a avanzar, sin que nada se lo impida, en una ida y venida de sentimientos insanos, oscuros y mortecinos.

Queridos míos, soy el frescor del verde clorofila. Estos versos improvisados no tienen más propósito que el de llamarles la atención y no dejarles leer estas líneas sin ton ni son; que no sean un menaje más del día, sino un llamado de atención más que claro, fuerte y rotundo a no dejar que la desesperanza ni la desazón se instale en su corazón.

La frescura ya es una ganancia para toda la humanidad despierta, aliméntenla, báñenla con la luz y el calor de su sentir; déjenla crecer y denle potestad sobre sus vidas. Es así que nada los parará en su caminar por Tierra, nada. Recién, Martin King les hablaba del sueño que él comparte en el corazón de cada humano, esté en el plano que esté. Háganlo propio, vívanlo, respírenlo, vuélvanse uno con ese sueño y no dejen de soñar, porque es con el corazón que lograrán hacerlo realidad en todo y sus partes.

Hubo un tiempo en Tierra, un tiempo lejano y a la vez presente (siento que se refiere a que está aún en nuestros corazones) en que lo que el corazón sentía el humano lo manifestaba de inmediato. Ahora volvemos a acercarnos a esa realidad palpable para todos los verdaderos sintientes. Yo estoy ayudando a la limpieza de Tierra, porque el verde volverá a ser el color consciente, sintiente, en todo lo que les rodea, comenzando con ustedes mismos.

La frecuencia cromática del verde es Fa; armoniza profundamente, despierta auténticamente la alegría del alma, reconecta al ser con su niño vivo y el perdón a sí mismo y despierta y profundiza el discernimiento y la guía interior. Esto es lo que vengo a traer a la conciencia humana y planetaria, esto es lo que la Madre restituye en consciencia a cada uno de sus hijos y a cada una de sus hijas.

¿Saben qué es en definitiva todo esto? Sencillamente recuperar la capacidad de volver a conectar con la Fuente Única, volverlo a hacer directamente, sin la necesidad de depender del Ser, de la esencia, ni de ninguna otra itermediación. Es volver a conectarse directamente con la Fuente de una manera consciente, permanente y pura, como lo fue alguna vez.

Queridas y queridos míos, revuelquen sus corazones en el verde y déjenlo reponerse en él; el verde es el color del Sol, sencillamente porque es su luz y calor el que activa a la clorofila, verde por naturaleza, para manifestar la vida, para manifestarlos a ustedes en al verdad que realmente son.

Báñense en él, respírenlo, gócenlo y permítanse volver a la Madre de una manera inocente y pura, como lo es el niño y la niña que habitan en ustedes. Es así, entonces, que siendo verde en esencia, se otorgan inmanencia, se perciben con conciencia, ganada en verde paciencia, con la esperanza bien fortalecida, que la apariencia nunca abate, ni siquiera ante la más fuerte decadencia de esta sociedad ya muerta en esencia.

Amo a quienes son, y los amo por lo que en conciencia son, queridas y queridos hijos de la Madre son.

jueves, 23 de junio de 2011

BEETHOVEN Y LA VERDADERA FRATERNIDAD (9ª SINFONÍA; HIMNO DE LA ALEGRÍA)

Sergio: Anoche, al ver la película “Copiando a Beethoven”, un raudal de profunda emoción y reconocimiento me embargó por completo, particularmente en las escenas donde Beethoven estrena su Novena Sinfonía, con el Himno de la Alegría.

BeethovenEn la ficción, el compositor y director, ya prácticamente sordo, pudo dirigir la orquesta al unísono, gracias a su copista Anna, quien dentro de la orquesta, iba dirigiendo, mientras miraba a Beethoven para que éste supiera qué movimientos hacer en cada momento, para que al unísono la sinfonía sonara como lo hace.

También cautiva la manera en que un genio musical de su talla, como tantos otros que le precedieron, estaba encarnado en una personalidad tirana, déspota y escindida de la unidad, demostrándome cuán profunda ha sido hasta ahora la separación entre el Ser y el Humano.

Anoche, prácticamente no he dormido, porque los compases de la 9ª y los cánticos de alabanza de su Himno de la Alegría, no dejaron de sonar y cantar fuerte en mi interior; tanto, que me parecía estar dentro de un bello teatro de ópera.

Mientras las notas musicales corrían por mi interior, la emoción fluía más allá de las horas, por momentos en emociones encontradas de deleite, pero también por enojo por no poder dormir.

Esta mañana, con las consecuencias lógicas de no haber descansado en toda la noche, me levanté agotado antes de siquiera comenzar el día, pero la música de esa sinfonía había cesado en mi interior; en su lugar, rumoreaban otras composiciones de Beethoven.

Se me cruzó por la mente que él, tal vez, quisiera hablar conmigo. Así, que, con todo gusto y placer, le doy la bienvenida a don Ludwig van Beethoven.

Ludwig: Tranquilo, que no muerdo, a pesar del mal genio que desplegué en mi paso por la dimensión del olvido (la 3ª dimensión). Soy la esencia de quien en la experiencia terrenal tomó el cuerpo y nombre de Ludwig van Beethoven.

¡Qué tiempos aquellos! ¡Cuántas tribulaciones y desdichas! Pero también, ¡cuánta magnificencia volcada en la expresión más genuina y noble que tiene la Madre Conciencia para expresarse; LA MÚSICA!

Estoy al tanto que tú has recibido a otros compositores y genios que habitaron Tierra, pero yo te fui esquivo hasta ahora. No se trató de un ardid de la conciencia; tampoco de un capricho de mi parte. No; debía esperarte pacientemente. Esperarte a que maduraras tu conciencia; esperarte a que estuvieras encumbrado en tu interior, para poder comprender todo lo que ahora sí vengo a expresar a través de ti.

Eres un ser de una altamente sensibilidad y pureza que poco se ve en estos días por Tierra; en mis tiempos los hubo más, debo concluir.

Ser en un humano es algo que no hay con qué compararlo, nunca. Si bien es esencialmente una experiencia tremenda y arrasadora, también es cierto que posee momentos exquisitos que valen por todos los otros.

El ser humano, en realidad padece una escisión muy grande en sí mismo, escisión que lo lleva a buscar su constante deterioro y destrucción; es alguien que por lo general está en guerra consigo mismo casi hasta el final de sus días, y en ocasiones hasta la misma muerte.

Yo he sido un ejemplo clarísimo de lo que te comento. Un ser sin igual, lo reconozco de verdad, pero a la vez un humano despreciable en mis comportamientos, personalidad torturada y maltrato para con los demás.

Me refugié en mi genialidad musical, y tras ese velo dirigí mi entorno descuidadamente, siendo descuidado conmigo el primero. Así fue como mi cuerpo y mi psique no logró resistir y finalmente dejé Tierra, con el alivio de abandonar todo eso que me arrasó.

Pero el arrase estaba más puesto en mi relación con lo divino, que en mi relación con lo humano; en mi relación con el Ser (la conciencia), que en mi relación con lo humano (la inconsciencia).

Yo sentía en mi interior el impulso de volcar en el papel ese río, ese vómito de notas, constantemente; no tenía descanso alguno. Sabía que eso era lo que debía sacar de mí, darle sonido en las formas de figuras musicales, composiciones, movimientos y silencios.

Ah; los silencios, qué exquisitos elementos de la conciencia. Los silencios esconden el secreto de la unión entre ser y el humano; es en el silencio donde se esconde el sonido, ya que sin él no existiría. El silencio impone su presencia, siempre. Eso es lo que supe comprender a tiempo para terminar mi obra antes de dejar Tierra.

En aquél entonces, cuando tuve mi experiencia terrenal como Ludwig, entre finales del Siglo XVIII y las primeras décadas del Siglo XIX, Dios era la razón y motivo de todo en la vida. Dios te mangoneaba a su antojo; te daba y quitaba de la misma manera, brutalmente y sin avisarte. Dios era quien te moldeaba a su capricho. Tuve una lucha sin cuartel con él, desde mi temprana juventud y hasta mi muerte. Él era mi peor enemigo y a la vez a quien yo le dirigía mis obras celestiales.

Para aquel entonces, no había más cultura que la del Padre Todopoderoso; el Padre que no dejaba de respirar en tu nuca; en verdad una inmensa mierda. Me llevé pésimo con él y bendije el día de mi muerte, llena de dolor y en un estado de abandono total. La bendije porque me liberaba de su tiranía y de su marea de notas que nunca dejó de inundar mi cabeza.

Concluyo que la cultura a Dios ha sido el más terrible de los padecimientos humanos, ya que nunca él considera nada de lo humano, sólo busca su expansión, su reconocimiento y así, por los siglos de los siglos, amén. ¡Uf; qué tiranía!

Sin embargo siempre supe que había algo más, detrás de lo divino. Era algo que no lograba definir ni tampoco comprender, pero que me llevaba a estados musicales de éxtasis como nada más me lo dio en Tierra. La entrega del Ser, a través del humano que lo contiene.

Por esa sencilla verdad es que me entregué por completo a mi pasión, la Música del Cielo. Más allá de Dios, sentía que había una fuerza amorosa a quien le entregué mi creación; mi Ser, se expresó por medio de aquel humano sordo y déspota, golpeado emocionalmente por la vida, que finalmente en su sordera, en el silencio, supo escucharlo y volcar en sonidos lo que le cantaba de continuo en su interior.

La música nunca volvió a ser igual después de mi creación de la 9ª sinfonía. No lo fue, porque rompí con todos los convencionalismos musicales de la época; fui una bestia instintiva, expresándome en música, dejando un legado sin proponérmelo. La bestia a la que me refiero es aquella que se apoderó de mí, en mi sordera, la que me empujó a terminar la obra más impresionante que haya compuesto y dado vida (la fuerza vital de nuestro subconsciente).

Esa sinfonía, la última, es la que refleja mi mayor maduración como compositor, como escucha del Ser, como hombre encarnado en la dimensión del olvido. Me queda pendiente una cosa, la maduración y elevación de mi humano. Entonces, no pude conseguirlo por dos razones; una, porque el Ser fue más arrollador y se aprovechó de un humano que desconocía la verdad sobre la divinidad y el Amor. La otra, porque igual que ahora, entonces reinaba la separación entre el subconsciente y el consciente, entre el humano y el Ser.

Más allá de todo esto, no es menos cierto que mi ejemplo puede demostrar a cabalidad que a pesar de los impedimentos que se tengan, si uno es auténtico consigo mismo y se deja llevar por esa autenticidad y fuerza, puede concluir todo lo que su corazón clama por expresar.

Mi Himno de la Alegría, no es más que un reconocimiento precioso, profundo, visceral y a la vez exquisitamente divino de lo que es estar VIVO, de lo que significa existir en fraternidad en Tierra. Estar vivo, sentir la Vida, se siente en la panza (en las tripas). Es allí donde la Vida cobra valor en lo humano, porque es en la panza donde nos sentimos asociados a la Vida. Las tripas son la manifestación del alma, y eso no es posible acallarlo. Estás vivo cuando sientes allí el retortijón del beso, del placer de la comida, del encuentro con el ser amado, de las artes; todo te golpea en la panza, te golpea en la Vida.

Este Himno hace lo mismo, te sacude visceralmente; te sube, te baja; te deja en un ¡ay!, casi insostenible, para luego venir corriendo entre fugas y acordes magníficos, elevándote nuevamente a la dimensión del Ser, acompañado por ese humano que lo registra en sus sentidos, que lo siente ahí, en la panza. Miedo, dolor, angustia, placer, amor, todo se conjuga en las tripas; ahí es donde se asienta el poder humano, detrás del ombligo. Allí, donde se unió por primera vez a la materia, con su madre primero, con la Vida toda, al salir.

El leitmotiv (melodía o secuencia tonal corta y característica, recurrente a lo largo de una obra, sea cantada o instrumental) del Himno lo constituye un cántico de alabanza, en el que pude sentir que en algún momento los hombres y las mujeres volverían a ser hermanas y hermanos. Ese tiempo no ha llegado sino hasta ahora, tiempo en el que se están dando las tomas de consciencia que apoyan la vuelta de la Vida a la vida del humano. Se acerca la unión del Ser con el humano; ya no han de ir por separado, sino convertirse en una única expresión, sin competencias, luchas ni desatinos entre lo divino, el Ser, y lo humano, su expresión comunitaria en Tierra.

Tú, hermano mío, que me estás recibiendo, anoche sentiste en tu pureza esa unión; percibiste que los “hombres volverán a ser hermanos”; hermanos en unidad con la Vida, residiendo en ellos el Amor, la Verdad y la Vida, como hace tanto no sucede sobre la faz terrestre.

Yo lo viví en mi silencio obligado; lo sentí en los ríos de música que me dominaron ese tiempo en el que fui volcando en notas la música que golpeaba en mi corazón y en mi cabeza. Esos dos elementos son la unidad. El corazón, donde se asienta el Ser; la mente, donde se esconde el humano. Cuando se unen, se vuelven divinos en su gracia más pura y de esa unión nace lo más excelso que la Vida puede manifestar en Tierra.

Esa unidad es a la que le dediqué mi Novena Sinfonía, con su Himno de la Alegría. Himno que no deja de alabar la unidad por sobre todas las diferencias; la unidad sobre las creencias; la unidad sobre las apariencias; la unidad sobre la existencia efímera y sin sentido que el humano viene repitiendo una y otra, y otra vez.

Tú, querido hermano, conoces sus versos muy bien; te invito a que los vuelques en estas páginas para así dedicárselo a cada humano que busca encontrarse con su ser; en los versos que lo componen, está el cántico y la razón de una vida vertida en la Vida.

HIMNO DE LA ALEGRÍA; 9ª SINFONÍA DE BEETHOVEN (original)

¡Oh amigos, cesad esos ásperos cantos!
¡Entonemos otros más agradables y
llenos de alegría!
Alegría, alegría!
¡Alegría, bella chispa divina,
hija del Elíseo!
¡Prorrumpamos ardientes de embriaguez,
¡Oh Celeste, en tu santuario!
Tus encantos atan los lazos
que la rígida costumbre dividió;
y todos los hombres serán hermanos;
donde repose Tu suave ala.
[Solo de Cuarteto de voces y Coro]
Quienquiera que logre el gran éxito
de ser el amigo de un amigo.
Quien consiga una noble mujer,
¡que una su júbilo al nuestro!
¡Sí! También quien pueda reclamar un alma sola en toda la Tierra.
Pero quien jamás haya podido,
¡que se aparte llorando de nuestro grupo!
[Solo de Cuarteto y Coro]
Alegría beben todos los seres del pecho de la Naturaleza;
todos los buenos, todos los malvados,
siguen su rostro de rosas.
Ella nos dio los besos y las vides,
y un amigo probado hasta la muerte;
voluptuosidad les concedió a los gusanos
y el querubín está plantado ante Dios. ¡Ante Dios!

Solo de Tenor y Coro Masculino:
Felices como vuelan sus soles,
por la espléndida bóveda celeste,
corred, hermanos, vuestro camino,
alegres, como el héroe hacia la victoria.
[Coro]
Recibid un abrazo; ¡Millones!
¡Este beso para todo el mundo!
Hermanos, por sobre la bóveda estrellada,
debe vivir un Padre amoroso.
¿Os postráis, millones de seres?
Mundo, ¿presientes al Creador?
¡Buscadlo por encima de las estrellas!
¡Allí debe estar su morada!

[En el final, repite las estrofas]

Recibid un abrazo, ¡millones!

Este beso, ¡para todo el Planeta!

Hermanos, por encima del cielo estrellado

debe vivir un Padre amoroso.

Un abrazo, ¡millones!

Este beso, ¡para todo el Planeta!

Alegría, bella chispa divina,

hija del Elíseo;

Alegría, bella chispa divina

¡Chispa divina!

Sergio (al día siguiente): Bien, Ludwig; retomemos nuestra conversación, que presiento tienes aún mucho más por exudar de tu ser. Acabo de copiar la letra original, la que tú le imprimiste a tu Himno de la Alegría. Releyéndola, cantándola en mi corazón y mi cabeza, no puedo menos que llorar; tu música y tu letra, en esta sinfonía, a mí me abre puertas que no sabía que estaban allí. Lloro porque me siento bien enraizado en mi panza –usando tus términos- y a la vez, vuelo exquisitamente allá, por encima de las estrella, como finaliza el coro del la 9ª.

Dime, Ludwig, ¿qué expresas en estos versos tan sentidos?

Ludwig: Como sabes, esos versos no son totalmente míos, sino que me inspiré en un hombre probo de la cultura germana de la época, me refiero a von Schiller. Su extensa Oda a la Alegría me impactó profundamente a los comienzos de mis veintes años; sin embargo, ya en mi madurez, la consideré algo cursi y excesiva, ya que se cantaba con la música de la Marsellesa, con el nacimiento de la Revolución Francesa.

Sin embargo, realmente, había en su espíritu bellos versos que yo posteriormente modifiqué para conseguir los míos propios, los que me permitieron culminar mi novena sinfonía como lo hice. En verdad todo fue dándose progresivamente.

Yo estaba atravesando mis constantes vaivenes de mi genialidad con mi humanidad, esos encontronazos que tanto daño provocó a quienes me rodeaban entonces. ¡Cuánto lo lamento!

Yo era un hombre muy sensible y profundo en mí; lo sibarita, profano y popular, nunca me atrajo en mi composición. Pero no menos cierto es también que quise demostrar con mi música que podía hacerse algo totalmente diferente, totalmente novedoso, unificando lo divino con lo humano; exhortar a la unidad de todos con todo.

Los movimientos de la novena me llevaron a rematarla con la voz humana. Era lo que debía ser. La voz humana tiene algo que ningún instrumento musical creado por el hombre puede igualar; es el alma, aquello que nace del ser y brota por la garganta.

Aunque fui siempre un individualista y solitario, reconocía la importancia que tiene lo comunitario, incluso para un solitario como yo. Buscando liberarme de ese asilamiento que siempre me pesó, me volqué hacia la fraternidad humana. Es en ella donde tenía cabida mi existencia, porque al fin y al cabo, somos seres comunitarios y es esa comunidad, esa fraternidad la que expresé tan bellamente en esa obra que sé, cambió la historia de la música sinfónica para siempre.

Lo que yo estaba viviendo en aquellos momentos en que la estaba escribiendo, me llevó, casi sin quererlo, a colocar el estallido coral al final. El último movimiento me inspiró todo lo demás. Mi aporte estuvo en conseguir volcar a la música la idea de unidad, en un estallido genuino de alegría.

Si pones atención, sentirás que el primer movimiento impresiona y abruma; el scherzo (ejecución juguetona y graciosa) infunde vida; el adagio (ejecución con movimiento lento) y sus cánticos conducen a la plenitud, al éxtasis. El finale, en su exaltación, lleva al llanto profundo. Ese llanto va más allá de las lágrimas sentimentales; es el llanto del ser a través de su medio físico, de sus tripas corporales. Es cuando comulga uno y otro –el ser y el humano- para abrirse a la percepción de la unidad como individuo, como parte de una comunidad y como parte del mundo entero. La Naturaleza es, en sí misma la Novena Sinfonía de la Vida.

Mis versos unen lo celeste con lo terreno en un nivel de igualdad, reconociendo el lugar de cada uno y la guía celeste en la vida humana; la guía del ser en su manifestación terrestre. Ese ser, sin su expresión terrestre no podría conseguir nada. Es con su parte animal que se combina la exquisitez. Cuando el ser encarna en cuerpo de humano se convierte en ser-humano y esa unidad es la que reconozco en mis versos del final de la 9ª sinfonía.

A la vista del presente en el que tú estás experimentando esa unión de tu ser y tu humano, algunos de los pasajes de los solistas y del coro pueden sonarte machistas, y en verdad lo son. Entonces, cuando yo tuve mi experiencia humana, lo masculino era ley –cosa que no ha cambiado sustancialmente aún- y por eso me expresé como lo hice; la mujer no tenía aún el lugar que veo, tiene ahora en tu presente. Desde esta perspectiva, la hubiera equiparado con el varón.

Sigo siendo un convencido de que esa Unidad entre hermanos es alcanzable, que esa unidad con Naturaleza, es también posible e ineludible. Mi sinfonía abarca mucho más allá que al género humano; llega por encima de la bóveda celeste conocida; es un canto de hermandad universal.

Querido amigo, te dejo ya. Fueron días hermosos en los que realmente disfruté de tu compañía y conversación. A quienes lean estas palabras, les entrego los últimos versos del coral de mi sinfonía:

Alegría, bella chispa divina,

¡Chispa divina!

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-Bellísima escena de la película Copiando Beethoven, donde el compositor dirige al unísono la Orquesta, interpretando su 9ª Sinfonía en la Ópera de Viena, con la ayuda inestimable para dirigirla (ya que estaba casi sordo) de su copista mujer, Anna Holtz.

http://www.youtube.com/watch?v=BrK5yI_2cag

viernes, 17 de junio de 2011

LA CENIZA DE LA VOLCANA PUYEHUE: YO HE VENIDO A TRAER VIDA, A DARLE UNA VUELTA COMPLETA A SUS VIDAS MONÓTONAS Y SINSENTIDO

Ceniza: ¡Hola! ¡Soy la ceniza, la conciencia de la erupción piroclástica de la volcán Puyehue.

¡Qué bien que finalmente pueda tener un medio por el que expresarme! He venido con toda mi presencia a comentarles varias cosas que tienen que ver con lo que están viviendo en el campo, la ciudad, la montaña y la meseta donde habitan.

cenizas puyehueTú, mi querido canal, te has sensibilizado con esta situación tan particular que les afecta de igual manera tanto al campo, la montaña como la ciudad. La actividad volcánica con flujo piroclástico (la mezcla de gases y sólidos eyectada que forma las llamadas nubes piroclásticas o nubes ardientes) provoca lluvias de ceniza o grava a gran distancia del volcán, con la ayudada de los vientos.

Mi arena y cenizas están dando la vuelta al mundo, literalmente. Vuelos, actividades económicas regionales y mundiales, la vida en sus diferentes manifestaciones, se está viendo alterada, llamándole la atención al humano sensitivo que se da cuenta que hay algo más tras esta erupción piroclástica. En efecto, es así.

Voy a ceñirme particularmente al sector donde tú vives, querido canal humano, pero bien valen mis comentarios para cualquier otro sitio donde yo me asiente con mis cenizas, grava y arena.

Mi presencia tiene dos lecturas muy claras; una, es la sorpresa, la molestia, la tarea extra que conllevo. La otra, mucho más profunda y dinamizadora, y es la lectura que invito a tener más en cuenta, es que mi presencia advierte y moviliza el interior del ser.

Yo provengo de las profundidades de Tierra. Mi origen es magmático, y al ser expulsada fuera de las entrañas terrestres, llevo conmigo todo aquello que el inconsciente colectivo -de las conciencias asociadas a Tierra- guarda ocultamente a la vista del consciente (Igneón y yo podemos dar fe de ello, pues desde la primera erupción de la volcán, hemos enfrentado muchas cosas que estaban bien ocultas en el inconsciente colectivo de toda las conciencias asociadas a Tierra, de esta dimensión y de dimensiones superiores.)

Para el mundo humano, cada vez que pisan, respiran, ven, escuchan y perciben mi presencia en las cenizas y arena que intentan “borrar” de sus vidas –por las molestias que les produce- están contactándose con su propio inconsciente, aquel que guarda celosamente lo que no han querido resolver, lo que no han querido ver, escuchar, percibir ni sentir con respecto a lo que les bloquea la vida, en infinidad de aspectos.

Yo he venido a remover ese material depositado en lo profundo de ustedes, removerlo y echarlo fuera, para que se den la oportunidad de percibirlo y animarse a abrazarlo con el corazón.

Ese contenido molesto que se mete en todas partes –tanto las cenizas como lo proveniente del subconsciente- está ahí, con ustedes, para que lo amen. Sencillamente lo único que desea es que lo abracen con el corazón y lo reconozcan como propio, que le den un lugar, que dejen de ocultarlo, “limpiarlo” y dejarlo bien metidito en lo profundo de cada uno de ustedes.

Por eso, cuando andan por las calles, cuando están entrando en casa, no dejan de pasar cepillos al suelo, lienzos a los muebles y lavan todo rastro de ceniza y arena –desde techos hasta zapatos- cenizas y arena que les molestan tanto, porque les conectan con aquello que ya está maduro para ser reconocido y resuelto en ustedes, que proviene del propio interior, pero que, sin embargo, en lugar de hacerlo, gastan gran energía en erradicar, evitar, protestar en contra de esa ayuda que les trae la naturaleza para afrontar lo pendiente en ustedes, y esperan a que “algo” suceda y les quite la molestia de su presencia, sin haber visto ni valorar, lo que les está reflejando en ustedes mismos esta ceniza, esta inmensa ayuda que procede de las profundidades de la Tierra.

He venido ante ustedes por expreso pedido de Tierra; ella, en su inmenso amor, quiere que la acompañen seres humanos ligeros, emocionalmente más estables, mentalmente menos densos, físicamente más activos. Ella está pulsando una frecuencia de amor que hasta ahora no había expresado por sí misma ni por las conciencias que se asocian a ella –como la humana, por ejemplo- y debido a ese pulsar amoroso, toda la vida asociada a ella, -y en especial la humana, que es la máxima conciencia terrestre-, está siendo llamada a asociarse a su actual vibración.

Sol, con su energía dadora de vida para Tierra y sus habitantes, también está sintonizándose con el llamado del Amor, pulsando esa energía después de eones que no lo hacía; había olvidado cómo era pulsar en Amor.

Tierra, como uno de sus cuerpos celestes gravitando a su alrededor, ya se está asociando a esa energía, confiando en ella con genuino amor también.

Queda ahora que la vida en Tierra, las conciencias que están asociada a Tierra, también se esmeren en igualar, a su nivel, ese llamado que pulsa desde su interior, aquel que vibra una frecuencia ligera y liviana, tanto, que su contenido, expresado en mis cenizas, ha cubierto los cielos de prácticamente todo el mundo conocido. No hay vuelta atrás, no hay más esperas sinsentido.

Ha llegado el momento de comenzar a ver, a percibir, a sentir, la UNIDAD de la Vida. Esa Unidad ya pulsa desde el interior terrestre para todas las frecuencias de vida manifestada en Tierra.

Cada una y cada uno de ustedes que me está recibiendo en la lectura de este sentir que expreso, está resonando con esa Verdad, con la Unidad de la Vida que ahora se empieza a manifestar dentro de ustedes y alrededor de ustedes.

Cada erupción volcánica de tipo piroclástica con material suspendido en el aire, es una nueva oportunidad para dejar salir del propio interior aquello que ha estado allí esperando hasta que la presión fuera lo suficientemente grande como para eructarlo y así, traerlo al consciente, para ser abrazado como parte de sí mismo y reconocerlo; para ser recibido con los brazos abierto y así, simplemente, iniciar el proceso de su incorporación y liberación al propio proceso evolutivo del ser que está experimentándose en la vida de manifestación.

Siempre, y lo vuelvo a expresar: s i e m p r e, mis cenizas, arena, grava y piedra pómez, tienen un efecto sorprendente para la misma Vida. Primero, ¿qué hacer conmigo? ¿De qué manera me incorpora a ella misma? Desde el mental humano, soy un incordio, estoy recibiendo maldiciones a cada instante, se me desprecia y busca evitar; no dejo de ser una verdadera molestia. Pero también, para la misma Vida, soy necesaria porque traigo regeneración y renovación profundas.

Primero, al llegar a la superficie, detengo el pulso adormecido y monótono de la Vida. Luego, la Vida me incorpora de la mejor manera que puede; si no lo logra en todas sus facetas, entonces desecha lo que no puede incorporarse a mí, lo elimina. Pero luego, en un tiempo prudencial, esa misma Vida me abraza plenamente, porque lo que logró incorporar y abrazar de mí le da nuevas fuerzas, nuevos bríos, la renueva incuestionablemente.

Yo invito a cada quien que me está leyendo a hacer algo similar con mi presencia en sus propias vidas (esté cerca físicamente de ustedes o solo en conciencia). Tienen conmigo una oportunidad única que les otorga la mismísima Tierra, la oportunidad de fluir con la Vida, o la de rechazarla y hundirse en la propia lucha interna, aquella que nace de no querer abrazar lo que ya está listo para ser incorporado en el propio consciente.

Yo he venido a traer Vida, a darle una vuelta completa a sus vidas monótonas y sinsentido. Estoy aquí para ayudarles a renovarse, a vibrar con el nuevo pulsar que Tierra, Sol y la mismísima Madre Conciencia Creadora están sosteniendo para toda la manifestación: la UNIDAD de la VIDA.

jueves, 20 de enero de 2011

MENSAJE DE LA MARMOTA Y EL CORAZÓN COMUNITARIO QUE VELA POR EL BIEN DE TODOS

 

marmotaEsta mañana, he recibido la visita de mi hermana que vive en Estados Unidos. El jardín de su casa es visitado por muchos animalitos, pero hasta ahora no me había comentado sobre las marmotas. En estos días pasados, una marmota entró en su jardín. Hoy me lo estaba contando y cuando se ha ido, he sentido que la marmota traía un mensaje de algo.

Esos animalitos eran muy comunitarios; no conciben más que la Victoria del Conjunto, es decir, que sabían que solos, no podían salir victoriosos ante la vida, sino gracias a la fuerza del conjunto, a la unidad de su comunidad.

He sentido que traía el importante mensaje de centrarnos en el Corazón Comunitario, en el Sentir Comunitario que estamos llamados a activar en nosotros en este Año del Corazón Comunitario.

Dada la importancia de despertar a ese sentir comunitario ahora,  invito a leer el mensaje de la marmota con mucho detenimiento, porque en verdad la fuerza del conjunto es la que puede marcar la diferencia.

Marmota: ¡Hola!, ¡hola!, ¡hola! Quiero presentarme con toda la dignidad que me corresponde, más allá de los “estereotipos” con que ustedes los humanos suelen tacharnos a nosotros los animales.

Sé que soy utilizada para calificar despectivamente a otros iguales de ustedes; “eres una marmota”, suelen decir; o también, “duerme como una marmota”. Pues bien, déjenme decirles que ser una marmota es ser alguien realmente muy centrado en quien es. Sí, muy centrado porque las marmotas nos caracterizamos por vivir de cara a la comunidad a la que pertenecemos. Somos dignas en quienes nos reconocemos y por ese valor intrínseco es que se nos reconoce como únicas. En el conjunto, en nuestras colonias o comunidades, cada una aportamos lo mejor que somos para que todas podamos vivir la mejor vida posible, aquella plena en todas sus expresiones.

Ser marmota no es un desprecio, es una validación de la verdad que cada uno es. Solemos solearnos a la entrada de nuestras galerías, echadas sobre la hierba tibia por el sol. Disfrutamos de la vida que tenemos y somos muy cuidadosas de lo que en esencia reconocemos como el corazón comunitario, el corazón que siempre vela por el bien de todos… pero partiendo siempre del bien primario, el bien propio, el de quien se es.

No puede ser de otra forma, porque de lo contrario no reconoceríamos nuestro aporte esencial a la comunidad toda; porque mi valor es único, lo es también el de cada uno de sus integrantes. ¿Lo comprenden?

Desde que los humanos invadieron nuestras planicies, nuestros espacios naturales, hemos sido obligados a considerar también el bien de ustedes como parte de la totalidad que conformamos todos juntos. Por esa razón estamos en su compañía, para que todos salgamos beneficiados, ustedes y nosotros.

Sé que no siempre se nos tiene en cuenta y que muy pocos de ustedes, los que tienen algo de corazón despierto, nos cuidan y protegen de algún modo, sin embargo, allí seguimos estando porque nos hemos propuesto ser parte de esa conciencia despierta que le recuerda al humano que es una parte de la gran comunidad llamada Tierra y de la que no puede separarse, por más importante que se crea. Sin nosotros, sin el resto de los miembros de la comunidad Tierra, simplemente no podría vivir.

Cada quien tiene su porción de conciencia única, la que lo hace imposible de duplicar; valorarse en esa unidad es lo que ahora le resta a cada humano que desee ser parte consciente de la Vida que Tierra está llamada a manifestar en su superficie, en su interior y en cada una de las especies que la hacen, en su conjunto, una conciencia tan especial y única.

Así como nos echamos sobre la hierba a retozar y disfrutar del momento, también nos aprestamos a trabajar en comunidad para prepararnos para la estación menos favorable, la estación del frío, la noche, la nieve y el viento gélido. Gracias al aporte comunitario desinteresado, es que todas las marmotas logramos superar esa etapa anual de Tierra, etapa que nos recuerda y demuestra cuán valiosas somos para nosotras mismas y para el conjunto de la comunidad que conformamos.

Humanos, aprendan a leer el mensaje tan claro y sin interpretaciones que nosotras y cada una de las especies con las que comparten la vida en Tierra tenemos para darles. Si nos permitieran entrar en sus corazones podrían sentirnos muy claramente y valorarnos por lo que encarnamos, no por nuestra apariencia o como nos mostramos.

Ha llegado el momento de que cada quien decida de qué lado de la Vida quiere estar, con su comunidad o fuera de ella. Si elije la comunidad, el corazón, elije la Vida. Si elije la individualidad, la mente, elije seguro el final de su existencia porque la estación desfavorable no puede afrontarse en soledad, eso es igual a dejarse morir.

Queridas y queridos míos, sean sabios y déjense guiar por la naturaleza que llega a ustedes de múltiples maneras. Sencillamente les propongo que hagan un alto, miren con atención el entorno donde están exactamente en este momento y pongan atención a los objetos y elementos con que está hecho todo eso. Luego traten de determinar quiénes hicieron posible que eso exista, quiénes hicieron esas cosas y trabajos y ahí se darán cuenta que de no ser por otros –que han puesto su valor propio a favor de la riqueza de todos- no podrían estar en este mismo instante disfrutando o viviendo la experiencia que tienen ahora. Sentir Comunitario, sentir de la Vida.

Gracias, querida amiga marmota, en verdad es importante tu mensaje, vaya que sí. Quien quiera compartir el presente-futuro de la Tierra, ha de empezar a valorar ese Sentir Comunitario como lo más importante para poder vivir la Vida Plena que la Madre Amor creó en su corazón para todos nosotros.

Espero que la Familia Arco Iris tenga bien presente este mensaje, para poder afrontar bien, con la fuerza del conjunto, el siguiente paso que va a dar la Comunidad Tierra.

sábado, 15 de enero de 2011

LA HERMANA ARAÑA, LA ASISTENTE DE LA MADRE QUE NOS AYUDA A RECONECTARNOS CON LA NUEVA RED NEURONAL DEL CORAZÓN, PROPIA DEL UNIVERSO DE AMOR

Siempre nos sorprende Claudio, por su ‘fino olfato’ para detectar lo que es importante. Eso demuestra cuánto está en su corazón, aunque él no lo crea, porque si en verdad estuviera en la mente, no captaría las señales de la Vida, que solo son captadas por el corazón.

red neuronal del corazónEste es el breve, pero útil mensaje de la hermana araña, que nos hace de conectora para irnos poco a poco conectando a la Nueva Red Neuronal del Corazón, aquella que manifiesta fuera, lo que tenemos dentro: el Amor y el apoyo constante que nos da para que nos desarrollemos a pleno potencial.

Gracias, Claudio, una vez más por tu oportuna ayuda.

 

MENSAJE DE LA ARAÑA

Hoy en la mañana vi una arañita en una pared. Era totalmente inofensiva. Luego ahora, en la tarde, vi una pasando por la pantalla de mi computador, sentí que no era coincidencia y que quería dar un mensaje

Claudio: Arañita, ¿Deseas decirme algo?

Arañita: Así es Claudio, me ves minúscula, todavía estoy en crecimiento, pero tengo algo de alcance para mostrarte.

Ya ves como todo va progresando. El sentir materno se va asentando en el mundo en el que vives.

Yo soy una humilde ayudante de la Madre Amor. Puedes pensar, ‘bueno ¿qué es lo que me puedes brindar? Últimamente te ha costado conservarte en el corazón, el cual a veces se te cierra y te sientes desconectado, sin sentido, y así es, pierdes el sentido, tú mismo te has dado cuenta que cuando estás en la mente, es porque te olvidas de tener presente a la Madre, ya que te das cuenta que es a través de Ella que tu mundo, tu existencia, se carga de sentido y dirección y puedes, sobretodo, estar en verdadera conexión con los demás. Y es en esa conexión que yo vengo a asistirte.

Claudio: Pero arañita, no entiendo, te ves tan pequeña…

Arañita: Claudio, lo que importa es el sentir con el que uno se entrega a la tarea, un sentir que la Madre me brindó y a través del cual yo me siento capacitada para desempeñar mi labor.

Como ser vivo, en la 3D, tengo una tarea que desempeño como animal que tengo mis experiencias, y como ayudante de la Madre hacia la humanidad, de forma más sutil, también tengo otra tarea, como la vaquita de San Antonio por ejemplo.

A las arañas se nos ha asociado a las mentiras, a los engaños, por lo que vengo también aquí a mostrar que feroces no somos si no estamos contaminadas por la inconsciencia del hombre.

Mi tejido (su telaaraña) a nivel sutil es muy particular, con una función más profunda que la caza de mi alimento.

Yo ayudo, al que me lo pide, a restablecer su red neuronal a cómo debería ser. Si pudieran ver dentro de sus cabezas, verían (sobre todo en personas que se manejan solo desde la mente) un enredo neuronal, ya que sin el corazón uno no considera al todo.

Es por sumergirse tanto en la mente que las redes neuronales que facilitan la conexión con el corazón se van borrando y cambiando por unas más caóticas y contraproducentes.

El abrirse a mí, y sobre todo, el abrirse a la Madre para tenerla más presente, les permitirá ir cambiando ese tejido neuronal a uno más armónico, a uno que contemple a todos para que no se vean de forma limitada y excluyente.

Bueno, mi querido amigo, gracias por recibir mi mensaje y espero que a los que les resuene interiormente mi ayuda, me llamen, para así yo poder ponerme a trabajar en ellos para que, en honor a la bendita Madre, a la Vida, sea el sentir del corazón el que predomine en sus vidas.

Claudio: Muchas gracias, arañita.

Arañita: Gracias a ti, Claudio, por recibirme.

viernes, 7 de enero de 2011

LA CONCIENCIA PODERADA QUE SOSTIENE A LAS AVES EN VUELO

Esta tarde, ya con el ocaso, entró un comesebo a casa; se trata de un pajarillo vistoso, de un canto peculiar. Lo cogí con cuidado y lo devolví al bosque. Al regresar a casa, advertí que había una plumita.

comeseboComo hace ya mucho que aprendí que nada sucede por casualidad, su entrada en casa vino a significar algo, y la pluma también.

Me senté con deleite a recibir su mensaje. Comparto con ustedes lo que me dijo.

Plumita: No soy la conciencia de esa plumita la que te está hablando, sino la conciencia ponderada, eterna, que sostiene a las aves en vuelo, que las orienta siempre, y que jamás sabe de fracasos.

Gracias a todo una exquisita trama de conciencias asociadas al Amor, hoy he sido conducida a tu encuentro para recordarte que a ti también te sostengo en tu faz humana.

Es curioso cómo se dan las cosas a veces, ya que tu conciencia creadora indiscutible hoy se asiste de mí para sostenerse en el vuelo de la conciencia ponderada.

Estás volando sin escalas, determinado y conducido por el Amor, hacia tu destino de conciencia anhelado por tu corazón; ahora, atraviesas la zona de mayor inestabilidad en tu vuelo, pero ahí estás, firme, con fuerza, volando al rumbo que te susurro, desviándote lo menso posible y así conseguir llegar a tu norte soleado, a la tierra nueva de promisión, la Hiperbórea tan añorada. Sus auroras polares ya las sientes entre tus plumas, las hueles, las percibes en el aire tan ionizado.

Un breve batido de las alas de tu corazón y habrás llegado al destino abrazado.

Ánimo, comienza a cantar, como las aves que anuncian el nuevo día, aún cuando el sol ni siquiera ha despuntado. Es ya hora.