miércoles, 1 de mayo de 2013

Caminando la senda hacia la recuperación del humano natural

“Cada uno recibe un nombre al nacer, pero lo perderá cuando crezca, ya que elegirá un nombre más apropiado para sí mismo. Es de esperar que el nombre de cada persona cambie varias veces a lo largo de su vida, a medida que su sabiduría, su creatividad y sus objetivos se transformen. Cada nuevo nombre que elija, le definirá con mayor claridad al ir transcurriendo su vida”.

Los Auténticos, del libro ‘Voces en el Desierto’ de Marlo Morgan

Drimys_winteri_2_jpgdeppe_thumbQueridos todos, aquí comparto esto que he escrito donde cuento por qué sentí el impulso interior claro de dejar de comer alimentos desnaturalizados y artificialmente civilizados, para retomar -aún más- una alimentación que me permita una mayor sintonía con la Vida Natural. Mi misma inteligencia corporal –que no mente- me llevó a tomar esta decisión. Al cabo de los días, me di cuenta de que como Humano Civilizado así daba mi primer paso en la Senda Natural de la Vida, optando, voluntaria y conscientemente, por abandonar una alimentación que me mantiene en la civilización, es decir, acidificado, apático, reiterativo, incapaz de renovarte.

Al final de este post, hay un vídeo de Gogo Bela, donde nos habla de la importancia de adoptar una alimentación alcalina para sentirse ligero, vigoroso y creador, justo lo que necesitamos ahora.

La Vida Natural, ha hablado de la importancia de cultivar también una forma de ser alcalina ante la vida, que es aquella que demuestra VIGOR, DETERMINACIÓN, LIGEREZA, ALEGRÍA Y CONFIANZA. Dijo que cuando cultivábamos una alimentación alcalina y una actitud alcalina de Vida, la vida te registraba, te tenía en cuenta y atendía tus necesidades.

Experiencia compartida:

Han pasado ya varias semanas desde la experiencia que voy a compartir aquí, pero fue necesario esperar para asentarla y así hacerla carne en mí. Es una experiencia que me ayudó a comprender cuán esencial es ahora volver a lo natural y alejarse de los vicios de la civilización, producto de la exacerbación mental.

La manera que tengo de percibir la ayuda de mi ser interior, de mi corazón, es escuchando los impulsos y sensaciones interiores que tengo. Me lleva unos pocos días darme cuenta de su “llamado” a actuar, pero ni bien lo hago paso a la acción eso que intangiblemente percibo en mí.

Desde el primer día de enero de este año 2013 inicié un proceso de depuración corporal. Lo hice modificando mi dieta alimentaria sustancialmente. No hablo de ayuno sino de dejar de ingerir aquello que instintivamente sentía que ya debía dejar atrás del humano viejo, acosado y rendido por el código alimentario.

Sé que es complejo separarse de él, de ese código ‘legal’ de intoxicación alimentaria, pero sí se puede atenuar en mucho su actuar en nosotros. En lo personal, hace ya años que he modificado mi alimentación hacia un modo más sano, pero igualmente no dejaba de caer en su telaraña malsana con ciertos alimentos.

A pesar de su poder, del poder del código alimentario, me he mantenido en mi camino de desintoxicación de la alimentación artificial legalizada y apoyada por el Estado. Hay maneras de evadirla y de alcanzar un modo más natural de nutrirse.

¿Adónde quiero llegar con todo esto? ¿Por qué lo comparto? ¿Qué me mueve a hacerlo? ¿Por qué siento que es un paso inequívoco hacia una mayor libertad? ¿Qué significa volver a ser un humano natural?

Para quienes hayan leído la publicación que titulé “La Conciencia del Corazón” seguramente saben a qué me refiero. El código alimentario nacional no es otra cosa que una herramienta más del sistema de control que intenta dejarnos dopados, enfermos y lejos de nuestro poder personal genuino. Es una apuesta muy bien lograda para sostener a la población sumida en la inopia y totalmente adictiva a aquello que la mantiene cada vez más sometida al control por parte del poder oculto. Nuestros gobiernos nacionales, de cualquier país, acatan el mandato y aprueban estas formas de control que, dicho sea de paso, les interesa para poder perpetuarse en el poder.

El ciclo mental de experimentación humana llegó a su término con el fin de 2012. 2013 ha llegado con renovada energía, ha llegado trayendo la impronta de lo natural, lo genuino y verdaderamente materno que siempre es simple y tiene en cuenta al conjunto de la vida.

La apuesta espiritual o de conciencia ahora pasa por la vida natural, la vuelta a la vida regida por nuestra gran mamá, la Tierra. Hemos vivido de espalda a ella, esquilmándola sin descanso, combatiéndola como si no fuéramos parte de ella, como si nuestro cuerpo nada tuviera que ver con la naturaleza y como si esa naturaleza nada tuviera que ver con nuestra supervivencia.

Nos hemos alejado de la vida natural, entregándonos a la vida mental que nos ha llevado al abismo ante el que nos encontramos como colectivo humano, como especie entre las especies de la naturaleza a la que pertenecemos.

Ese alejamiento lo hemos conseguido sumergiéndonos en un proceso de civilización sin precedentes en la vida humana, un proceso de dualidad extremo. Ese proceso nos ha llevado al desquicio, la humillación individual y la falta total de sentido común. Es lo que pasa cuando le damos la espalda a la vida natural y nos embarcamos en un proceso de profundización del plano mental.

La civilización no es natural, es totalmente artificial y como tal tiene fecha de vencimiento ante la naturaleza que sí es natural. La civilización nos ha llevado a entregar nuestro poder personal en aras de una supuesta mejora, entendida como aprobación social, impulsados por el miedo.

En ese proceso nos hemos desconectado de quienes somos, hemos aceptado lo inaceptable para la vida y ahora toca elegir si queremos seguir por ese camino ya sin vida alguno o si por el contrario, tomamos una profunda bocanada de aire fresco, nos reconectamos con la vida natural y sobre la experiencia vivida le damos un giro magnífico a nuestra existencia ya prácticamente apagada.

El escenario que tenemos por delante es serio pero con posibilidades de solución. Sin embargo, esa solución no vendrá del mundo civilizado –aquel que se basa en que hagamos lo que otros mandan, delegando en los demás nuestro devenir por la vida- no; vendrá de manera individual, vendrá a través de la victoria individual de cada humano que decida jugárselas por sí mismo –tal vez por primera vez en su vida- y comenzar un camino desafiante, nuevo, pero totalmente prometedor. Un camino que nos ayudará a recuperar nuestro poder personal, a volvernos sanos, desintoxicados –física, mental y emocionalmente-, conscientes y actuantes de la propia relación consigo mismo y con el entorno. Un ser que suave e inequívocamente retoma el mando de su propia vida en el conjunto de la Gran Vida.

Ahora nos toca volvernos actores conscientes de Tierra, dejando atrás nuestro papel de meros espectadores de los juegos de poder de la civilización que llega a su fin. Es el tiempo de la victoria colectiva, nacida de la victoria individual. Es el tiempo de animarse a reconocerse actor inigualable en este juego fascinante que es la vida natural, la única verdaderamente viva.

¿Crees que estar vivo es lo que se nos vende como objetivo de logro? Siéntelo bien. Pasarte décadas trabajando en condiciones límite, endeudado para vivir según un modelo insostenible y esclavizante, hacinado en cajas de cemento totalmente carentes de belleza, en ciudades donde lo que sobra es contaminación y lo que falta es vida natural. Cumpliendo hitos sociales que solamente son valiosos para propagar el sistema dominante a costa de tu propia vida: tener un empleo para ser productivo para otros, casarte y tener hijos –para que tomen la posta cuando tú seas desechado del sistema por viejo o inútil- a los que cobijarás como puedas en un techo que hipoteca tu vida; ah, y un vehículo, consumir tecnología, moda y pautas sociales artificiales innecesaria para mostrarte y moverte por tu ciudad, contribuyendo al deterioro de tu propia salud.

Cada uno de nosotros, de acuerdo a sus posibilidades y a cuán fiel le es al llamado de su corazón, está siendo invitado a cambiar esa civilización artificial por una vida social más vital, más en contacto con la vida verdadera que siempre es sencilla. Una vida que respeta a la Vida porque se da la oportunidad de volverse lo más cercano a ella que puede. Volviéndose humano natural.

Siento que con 2012 culminó una etapa del alineamiento interior con nuestro ser. Hasta ahí estuvimos buscándonos más allá de las estrellas, en el mundo espiritual. Ahora, 2013 nos invita a bajar a tierra ese alineamiento interior; nos invita a ponerlo en práctica mediante una elección de estilo de vida que vaya acorde con quienes hemos descubierto que somos hasta ahora. Es la invitación a volvernos sencillos en los modos, en la forma de vida, en nuestro andar por ella, despojados de artificialidad. La artificialidad es propia de quienes no se conocen a sí mismos, de quienes aún andan dormidos por la vida, creyendo lo contrario.

Ya no tiene importancia capital saber nuestro nombre de esencia, la misión de nuestra vida ni perdernos en el servicio –entendido como renunciar a uno mismo por los demás. Ha llegado el momento de la Unidad. Ha llegado el momento de abandonar la dualidad que se nos ha animado a abrazar hasta nuestro último hálito de vida.

El Consejo Espiritual de nuestros hermanos Animales se refería a nosotros de esta manera:

Sabemos que en su centro existe la gran guerra entre la luz y la oscuridad: el Universo dividido y dual que son ustedes se mantiene en constante pugna. Y les amamos, admiramos y respetamos por ello, sabemos que esta exploración que ustedes hacen significa mucho para la expansión del universo. Pero también sabemos que tarde o temprano saldrán de esa nube oscura en la que se han metido, en esa selva enredada e infinita de sus pensamientos y sus emociones retorcidas… cada vez que hemos tratado de trenzar con ustedes nuestros destinos y generar así una poderosísima Unidad, su oscuridad nos ha atrapado y triturado.

Abrazar la Unidad forma parte de la senda hacia el humano natural. Estamos siendo llamados por la vida a dejar de alimentar esa dualidad que le ha servido al Cielo para que ‘allá arriba’ puedan explorarse a sí mismos a través de nosotros, y también equilibrarse.

Abrazar una alimentación más tendiente a lo natural, sin aditivos ni salsas y adornos que encubren el verdadero sabor de la comida, va de la mano con hacer lo mismo con la unidad. Terminar de polarizarnos eternamente y volver al centro donde somos Uno.

Ser Uno es mucho más sencillo de lo que se nos ha hecho creer. No requiere de prácticas tediosas ni de interminables meditaciones y ejercicios; no. Se alcanza simplemente decidiendo abrazarse a uno mismo en unidad, con todo lo que cada uno es. Es dejar de pelearnos en nuestro interior y apostar por nosotros mismos por primera vez en tantísimo tiempo.

En lo personal, en esta semana pasada me di cuenta de esta sencilla cosa. Que se trata tan solo de un acto consciente de iniciar un nuevo camino neuronal en el que la dualidad no tiene cabida, en donde me vivo en unidad, apoyándome conscientemente en quien soy ahora como humano.

Esto no quiere decir que he dejado de abrazar ser mejor persona, no. Pero sí que he abrazado mi unidad tal y como soy, sin modelos externos impuestos por la civilización que me ha moldeado por tanto tiempo, más allá de esta vida en la que me llamo Sergio.

Me he dado cuenta de que llegué a un punto en el que he de unirme a la vida verdadera, la natural, la que Mamá Tierra me muestra a cada momento. La vida en la que la reconozco superior a mí y que gracias a ella existo en mi experiencia actual sobre ella.

Todos, sin excepción, hemos vivido dualmente; mostrando una cara diferente a la que en realidad somos en nuestro interior. Nos hemos hecho hipócritas por civilización. Cuando podríamos ser auténticos, como los Auténticos (aborígenes) que aún andan por tierras ignotas, guardándose bien de ser advertidos por los civilizados que no perdonan la osadía de ser uno mismo.

Nuestro apellido civilizado refleja a las claras la división entre nosotros. Los hay de mayor y menos rango o categoría; no es igual un doble apellido que uno simple; tampoco, un apellido común que otro raro o de rango abolengo. Ni qué decir si es de origen anglosajón, galo o europeo en general.

El mío, de origen anglosajón, deviene de un pueblo guerrero, dominador, colonialista que en sus formas ‘correctas’, más que abogar por la vida lo que ha hecho es perfeccionar formas de aniquilarla o combatirla. Eso no es unidad con la vida, tampoco ha sido amoroso conmigo ya que he vivido en carne propia esa forma de dominación e intento de aniquilación de quien soy en esencia, al ser sistemáticamente negado por él al no aceptar sus condicionamientos.

Necesité hacer un acto de restitución de mí mismo renunciando a mi apellido familiar cargado de civilización, desvinculándome de su continua separación de la vida, que se anteponía a ella y por encima de ella. Al hacerlo me he liberado de su dualidad malsana, de su intento por perpetuar la civilización sin vida a través de mi.

Pero ni bien di ese paso en mi interior, descubrí que en realidad sí tengo una familia que me honra y abraza tal cual soy, la única familia humana natural donde todos integramos un único apellido, un único nombre de familia: Green, Verde, Grüne, Vert o Berdea. Todos somos Green porque pertenecemos a la única familia humana que existe en Tierra. Los nombres de esencia, los apellidos humanos distraen de lo esencial que es volver a la vida natural, donde la igualdad es una forma de vida y no una mera frase esgrimida por clérigos, políticos y grupos de la resistencia.

Cuando hablo de igualdad me refiero a que la vida no hace diferencias con ninguna de sus manifestaciones. La vida vela por cada uno de nosotros, la vida natural. Así, el humano natural vela por la vida en todas sus formas y manifestaciones diversas.

Eso no sabemos lo que es, pues hemos estado empeñados en una batalla campal contra la vida, tratándola de dominar sin resultados definitivos (¡gracias a la Vida!)

La vida nos está invitando a ser parte de ella por primera vez en mucho tiempo de nuestra historia humana. El camino hacia la ascensión es ascender de humano civilizado a humano natural. Ascender en consciencia es un movimiento horizontal, no vertical. No tiene jerarquías ni divisiones de ninguna índole. Es interdependiente, profundamente interdependiente.

Honrar la vida es honrarme a mí mismo primero porque si no lo hago conmigo, ¿cómo podría hacerlo con nadie más? Esa honra se inicia con mi abrazo a la única familia humana que existe; esa honra continúa con mi desintoxicación de todos los estragos que dejé que la vida civilizada hiciera conmigo –alimentación, emociones, pensamientos díscolos, comportamientos hipócritas, tecnología innecesaria, híper consumo de recursos, etc.

He sentido que aún cuando hayamos estado de espaldas a la vida terrestre, ésta nos está dando una pausa sagrada. Me refiero a que está dándonos tiempo extra para que la abracemos con humildad en nosotros y nos reposicionemos ante la vida en Tierra de la mejor manera que podamos, ya que luego de esa pausa naturalmente se iniciará una serie de procesos de homeostasis –(designa la tendencia general de todo organismo al restablecimiento del equilibrio interno cada vez que éste es alterado)- de la Tierra, que la devolverán a un equilibrio sano para ella.

No hablo de catástrofes ni de designios del Cielo, no. Me refiero a que con nuestra sistemática aniquilación de la naturaleza y sus recursos naturales nos hemos puesto solitos al borde de un cambio que ya no tiene vuelta atrás. Ese cambio está asociado con la modificación profunda de los patrones climáticos naturales, el adelgazamiento de la capa de ozono y el consecuente aumento de los volúmenes de rayos UV negativos, el agotamiento de mares, océanos tierra fértiles, megaminerías, contaminación de agua, aire y suelo.

Todos somos co-creadores de esta realidad y también lo somos de su solución. No podemos volver atrás, pero sí podemos modificar nuestros patrones de consumo y de relación con la naturaleza, con lo que nos rodea y con todas las manifestaciones de la vida natural. Ahí sí que podemos y tenemos un papel preponderante. El cambio es grupal, sí, pero únicamente mediante el cambio individual, por consciencia.

El desafío es muy grande porque cambiar patrones de consumo nos cuesta mucho. Nos resulta más accesible y fácil cambiar de creencias que de hábitos de vida. Es en esos hábitos donde estamos divididos, donde somos duales, donde vivimos de espaldas a la vida, donde nos hemos vuelto depredadores insaciables de la Tierra, bajo quimeras muy bien publicitadas que compramos para engañarnos en nuestra triste vida.

El escenario de vida en el que vivimos como sociedad humana no va a cambiar por magia, ni por ciencia infusa, el escenario va a cambiar con la participación activa de cada uno de nosotros. Todos sabemos lo que tenemos que hacer, nuestro corazón nos lo está gritando. ¿Qué esperamos para arremangarnos y poner manos al asunto?

Actores, ¡a escena!

GOGO BELA Y LA ALCALINIDAD COMO ESTILO DE VIDA

http://vimeo.com/43957920

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