martes, 29 de septiembre de 2009

AIRE en MOVIMIENTO

SERGIO: El sol se está poniendo y es claro que algo en el aire quiere hablarme; siento su presencia pero no la identifico bien. Tiene que ver con el mismísimo aire. Es una tarde maravillosa de primavera y con las puertas abiertas, entra el aire aún bastante fresco, aunque lleno de vitalidad.

brisa AIRE: Sí, Sergio, soy el aire. Desde hace algunos días he estado entrando y saliendo de tu cabaña, envolviéndote con mi energía. Ahora finalmente me percibes para recibirme. Sé que has estado con muchas cosas profundas que se les abren a ustedes, par de corazones vivientes.

Como bien dijiste al comienzo, llego cargado de “nuevos aires”; aromas y energías revitalizantes, puras, frescas. Como buen sabueso que eres, me percibes llegando de lejos, del sur, de tierras antárticas, polares. Es que de allí provengo con el mensaje fresco de la esperanza, de la gracia.

Cada uno de los elementos venimos a ustedes, los humanos, con mensajes de despertar. Si tan sólo prestaran un poquito de atención, percibirían que en todo lo que llega a ustedes hay un claro mensaje para recibir.

En este caso, como el aire que soy, quiero comentar de cuánta ayuda les sería recibirme en cada inspiración de manera conciente. Yo los renuevo y mantengo conectados con la vida en la Tierra. La respiración es el acto continuo de confianza en la vida.

Estoy en todo lo que los rodea. Si prestan algo de atención se darán cuenta que todo lo que escuchan llega a ustedes por medio de mí. No hay sonido fuera del aire. Las campanas, los llamadores colgados en las ventanas, el arrullo del agua corriendo, el agitar del follaje en una tarde ventosa, los truenos, el canto de las aves, vuestra propia comunicación con los demás. ¿Se han parado alguna vez a pensarlo? ¿Se fijaron en esto? ¿Cuántas veces han agradecido a la vida por estos regalos que ella les da a través de mí?

Por ser un elemento gaseoso, impalpable fecundo todas las materias que toco, pero de una forma muy sutil, espiritual. Soy el alma invisible de todo ente. Ustedes, los humanos me asocian con las ideas, la comunicación, la búsqueda del bien común y la curiosidad. Pero también con los arranques y giros imprevistos, que manifiesto en ráfagas súbitas, remolinos, tornados y hasta huracanes. Pero hay algo que algunos saben y otros no, por lo que se los recordaré: esas manifestaciones violentas no son más que la respuesta a vuestras emociones sin gobierno, a vuestros pensamientos sin control. Ustedes, como máximos seres creadores, nos gobiernan a nosotros los elementos mediante sus pensamientos, palabras y emociones. Todo lo crean y yo no escapo a vuestra influencia.

Es cierto que según las épocas del año mi presencia es más cálida o más fría, más o menos cargada de humedad, de aroma. Pero no menos cierto también es que vuestro aporte me enriquece con los sonidos de la buena música para el alma, con el aroma del pan recién horneado, con los pensamientos amorosos, los sentimientos de bondad, pureza e inocencia. Todas cualidades que me enriquecen y vivifican. ¿Cuándo se darán cuenta de que soy la clara manifestación de ustedes? En buena medida, según cómo me presente es de acuerdo a la energía que ustedes vierten en mí.

Gracias a que existo, es posible que todo mi ser se cargue con la humedad necesaria que les permite a ustedes jugar con las formas de las nubes, ser bañados por las lluvias o cubiertos por la nieve blanquísima.

El surazo, el pampero o el zonda son aire en movimiento con propio temperamento. Capaces de renovar el aire de regiones completas, o de generar desequilibrios emocionales hasta a los más fuertes. Más allá de mis maneras de presentarme, todo yo soy una clara manifestación de la vitalidad, la renovación y la perpetua abundancia de la vida. Si no que lo digan todas las especies de plantas y animales que de mí dependen para existir, reproducirse y expandirse.

Cada respiración conciente es un claro paso hacia la propia soberanía, estando en el presente continuo que no deja de crear. Estar presentes es estar en mí, es ponerme atención al inspirar y espirar porque esos movimientos son la constante del eterno presente.

Sergio, gracias por darme la palabra y comunicar estas reflexiones con los demás, a cada una y cada uno mi soplo de vida les dejo.

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